Un relato inspirador: "Esplendores del bosque" | Entiendelas.com

Un relato inspirador: «Esplendores del bosque»

Hoy quiero compartir con ustedes una historia que nació de la pluma de cuatro jóvenes escritoras. Ellas son Ángeles Bello, Paula González, Joyce Kreir y Angélica Millán, quienes dan sus primeros pasos en los estudios de Comunicación Social y han expresado toda su creatividad en este relato. Espero que lo disfruten:

esplendores del bosque _ (2)

CAPÍTULO I

Esta historia se desarrolla en la Inglaterra del siglo XIX, en el condado de Yorkshire, donde las mujeres no tenían muchos privilegios y estaban limitadas a una sociedad victoriana y estrecha de pensamiento. Aurora, una joven audaz y muy moderna para su tiempo, vivía siempre con la idea de hacer cosas fuera de lo normal. Siempre se reunía cono sus primas soñando cómo cambiar el mundo donde los hombres tenían muchos privilegios pero a la misma vez muchos riesgos. Ellas querían ser como los hombres y siempre salir vencedoras en todas las luchas.

Los domingos después de misa, se realizaban reuniones familiares donde cada uno de ellos colaboraba para hacer un gran desayuno tarde. Las señoras preparaban la comida, mientras que los hombres se iban a cazar con los niños más grandes y esto dejaba a las jovencitas sin ninguna actividad específica mas que dedicarse a sus fantasías mientras bordaban. La prima Gretrudis era la mayor del grupo, a sus dieciséis años era muy tímida y obediente, la prima Mildred, hija del tío Devin, era más mundana, ya que vivía en la capital, Londres, ella había visto obras teatrales y se había acercado al mundo de los artistas, que no era muy bien visto en aquel entonces, quiere decir que tiene una imaginación muy rampante.

A Aurora le encantaba hacer comparaciones entre sus dos primas, cada una tan diferente y a la vez tan amigas. Se pusieron de acuerdo para la hora de la siesta de los adultos, escaparse al bosque para llevar a cabo lo que para ellas significaría hacer un acto de rebeldía, para ver si era cierto lo que se comentaba acerca de la casa del guardabosque.

Por supuesto que Gertrudis ya estaba llorando y aún no habían salido de casa, a Aurora le preocupaba que los nervios de Gertrudis pudieran poner en peligro su pequeña aventura. La osada de Mildred pensó que si le daban un poco de laudano en el té a Gertrudis esto la calmaría un poco, se lo iban a robar a la tía Ofelia que sufría de jaquecas. Solo les quedaba esperar por el momento indicado.

La familia reunida en la salita norte de la mansión no tenía idea de lo que estaba pasando por la mente de las jóvenes de la casa. Con la llegada de los hombres y los jóvenes que estaban en el bosque de cacería, las mujeres se apuraron en servir la merienda que acompaña el té, y las primas colocaron un poco de laudano en el té de Gertrudis; sin embargo no pudieron evitar que la taza con las gotas del somnífero fuera a parar en las manos de uno de los tíos que entró intempestivamente y vista la confusión del momento, las jóvenes decidieron colocar la poderosa sustancia en la tetera, esto les causo mucha gracia de que muchos de los miembros de la familia iban a tener una siesta muy relajada, lo que no sabían era que la gracia se iba a tornar en su contra…

Las tías prepararon excelentes postres y panecillos para acompañar la fatídica mezcla introducida en la infusión, poco a poco se empezaron a servir y tanto adultos como jóvenes, disfrutaron de las delicias preparadas con mucho esmero y las primas estaban ansiosas por emprender su travesura. Ya pasado algunos minutos, los primos pequeños fueron llevados por las nanas y sus madres hasta las habitaciones destinadas para los infantes, mientras tanto, Gertrudis no se veía afectada por la bebida y esto estaba preocupando a las primas, ella se veía aun más nerviosa con el pasar de los minutos que parecían horas, pero decidieron esperar un poco para pedir permiso para retirarse de sus habitaciones.

-¿Nos podemos retirar a nuestras habitaciones tía Emma?- preguntó Mildred, la más osada de las primas.

-Por supuesto niñas, vayan y tomen su siesta, es muy importante para las jóvenes descansar y así tener una hermosa piel libre del reflejo de las preocupaciones de los adultos, vayan, vayan- mientras les hacía gestos con las manos para que se fueran.

-Recuerden que para conseguir maridos de alcurnia tienen que mantenerse hermosas, y no hay nada como una buena siesta para eso- continuó la tía Emma, mientras las tres jóvenes salían hacia la parte alta de la casa. Las otras tías asentían con la cabeza mientras resumían sus bordados y conversación, ajenas a lo que estaban tramando las jovencitas.

Aurora caminaba con paso apretado por la ira que le causó el comentario de la tía y la actitud pasiva de las demás mujeres. No podía creer que fueran tan dóciles y conformistas, por eso ella y sus primas estaban dispuestas de rebelarse a los códigos establecidos por esta sociedad dominada por ideas tan anticuadas, según su percepción.

Tomando la mano de Gertrudis, subieron los últimos escalones y llegaron al pasillo que pasaba frente a las habitaciones donde estaban los niños pequeños con sus nanas. Aurora pensó que aún tenían que enfrentar otra dificultad. ¿Cómo pasar frente a esa habitación sin ser detectadas por las cuidadoras de los niños? ¿Qué explicación podía dar si las veían salir cuando se suponía que debían estar embelleciéndose para unos esposos que aún no conocían, con siestas aburridas que las anulaban por completo de lo que acontecía en la salita de abajo? Ya pensarían en cómo iban a superar esa nueva dificultad.

Al entrar en la habitación que compartían las tres jóvenes, Mildred lanzó un pequeño grito y se tocó la falda, tanteando, como buscando algo.

-¿Qué sucede?- preguntó Aurora.

-No me acordé de devolver el frasquito de la tía Ofelia- la cara de Mildred era un poema, pero no de los lindos poemas, sino de horror.

-¡Nos van a descubrir!- empezó a gritar Gertrudis.

-¡Cállate! Y baja la voz- Aurora dijo a su prima la cual empezó a temblar y su mirada comenzó a rodar por toda la habitación, buscando donde esconderse.

Aurora tomó a Gertrudis por ambos brazos y la empezó a sacudir, Mildred empezó a reírse.

-Cálmense las dos, ¿ustedes creen que yo iba a dejar esos cabos sin atar? No mis queridas primas, no se preocupen, yo dejé un frasquito con flor de azahar en lugar de éste, sólo les di una pequeña demostración de mis cualidades histriónicas.

Y continuó riendo bajo el gesto confundido de Gertrudis y la mirada iracunda de Aurora.

-¡Tremendo susto que nos diste! No tienes necesidad de ponernos más nerviosas de lo que ya estamos- dijo Aurora mientras intentaba calmar a Gertrudis.

-Al parecer no le dimos suficiente laudano a nuestra primita Gertrudis- dijo Mildred- se ve tan nerviosa como cucaracha en gallinero, y si le damos más quizas se duerma y eso de nada nos va a servir.

-¿Qué propones?- preguntó Aurora a Mildred con cara de impaciencia, quien no estaba dispuesta a posponer su aventura. Ella era del pensar que las cosas que no se hacen en el momento no se hacen nunca.

A la vez Gertrudis se lamentaba de haber aceptado meterse en semejante embrollo. Un kilo de estopa era menos complicado que las ideas de sus primas.

-Propongo- dijo Mildred- que nos tomemos las tres un poco de calmante para que Gertrudis no se sienta sola en esto y esperar que la casa entre en silencio. Luego una de nosotras bajará a verificar que todo esté en orden para poder salir por la parte trasera de la mansión. ¿Qué les parece? pero eso sí, tenemos que trazarnos una ruta y un tiempo para que no nos echen de menos y así estar listas para la hora de la cena.

Aurora lo pensó por un rato y decidió que era sensato lo que recomendaba Mildred.

-Esta bien- dijo Aurora- yo me ofrezco a revisar la parte baja de la casa y luego subo a avisarles si es prudente salir y de paso paramos por la cocina y tomamos algo de comer para el camino.

Las primas asintieron en señal de que todas estaban de acuerdo. A Gertrudis ya se le veían los ojos adormilados como los de un lirón. Aurora se recostó contra el dintel de la ventana y mientras esperaba que se aquietara la casa empezó a sentirse emocionada y a la vez preocupada por su pequeña escapada al bosque, lo cual era territorio permitido sólo a los varones de la familia sin ningún acompañante. Por un momento empezó a soñar despierta imaginándose lo que iban a disfrutar del paseo por el bosque sin ninguna chaperona o chaperón, Ya sentía el frío y la humedad del bosque en su cara, el suave sonido del arroyo que pasaba cerca y del piar de los pajaritos, pero lo que mas la emocionaba era poder descubrir el misterio que guardaba la cabaña del guardabosque.

¿Por qué tanto misterio alrededor de dicha edificación? ¿Por qué las tías y los tíos secreteaban tanto al respecto?

Sus padres le advirtieron antes de enviarla a pasar ese fin de semana en Yorkshire que no fuera indiscreta y que no hiciera preguntas que sabía de antemano no debía preguntar. Sí, ya sabía, reglas de niñas bien educadas, espera a que te hablen y sólo responde cuando se te pregunta. De repente soltó un bostezo y se tapó la boca. Se frotó la nuca y se le cerraron los ojos. Nunca supo Aurora cuánto tiempo pasó antes de que algo la despertara. Miró a sus primas, que se habían quedado dormidas y sintió una gran desilusión, pero igual iba a ir al bosque, nada la iba a detener.

CAPÍTULO II

Un fuerte dolor de cabeza acompañó a Aurora mientras bajaba las escaleras, pero a pesar de eso, sus pasos se sentían ligeros, no se escuchaba ningún sonido, tanto así, que le dolían los oídos por el silencio imperante. Pasó frente a la habitación de los niños y se detuvo un momento para ver si era seguro seguir. Todos estaban profundamente dormidos ,pero se notaba que era extraña la forma en la que descansaban.

Sus extremidades estaban muy separadas de sus cuerpos y había una falta de expresión de sus rostros en descanso, sin embargo esto no detuvo a Aurora en su determinada decisión de seguir adelante con lo planeado. Siguió caminando por el pasillo hasta llegar a la escalera, desde donde estaba podía ver a los hombres de la familia que se habían quedado dormidos mientras jugaban cartas y los más jóvenes estaban tirados en los sofás y sillas del salón de fumadores, ellos también poseían esa extraña posición de las extremidades y sus rostros tampoco tenían expresión.

Algo erizó su cuerpo y no pudo contener las sensación de que algo no andaba bien. De seguido, siguió al salón donde estaban las mujeres, a este punto ella anhelaba que las pudiera encontrar despiertas, algo estaba muy mal y ella no lo podía descifrar y tampoco se atrevía a acercarse a sus familiares y moverlos. Entró al salón de las damas y ellas también reflejaban la misma postura que los demás miembros de la familia. En ese momento se acobardó y regresó a la habitación donde estaban sus primas, se sentía muy sola y no podía soportar esa sensación.

De repente estaba abajo y al momento se vio en la habitación que compartía con sus primas, no entendió como llegó tan rápido. Algo heló su sangre, o así ella creyó. En el dintel de la ventana había una figura muy familiar y Aurora se acercó, mientras más se aproximaba, más miedo tenía.

Los gritos que no se reproducían en su boca quedaron atrapados en su interior, era ella misma ahí recostada, inerte, inmóvil, y no podía creer lo que había sucedido. Miró a sus primas y ambas estaban igual. Tocó a Milred para despertarla, su mano atravesó el cuerpo de su prima y su miedo creció a mayor volumen. Intentó tocar a Gertrudis y lo mismo sucedió. Pensó en los niños que se encontraban en la habitación continua y allá se dirigió, lo mismo sucedió con cada una de las personas que ahí se encontraban.

Aurora se sintió el ser más abandonado del mundo, ¿En qué momento su vida cambió? ¿Qué sucedió para que estuviera ocurriendo eso? Trató de pensar por un momento. Todo estaba muy bien hasta que se quedó dormida, pero eso sólo fue por muy pocos minutos y de repente todo cambió. Miró hacia la ventana y se dio cuenta de que afuera el mundo seguía su curso normal, vio a los animales del establo y todos estaban muy despiertos y las gallinas también, esto la llenó de esperanzas y se dirigió hacia allá.

Al salir de la casa se dio cuenta de que la luz del Sol se reflejaba de una manera muy distinta sobre las cosas que tocaba, todo se veía muy diferente, pero en esos momentos no podía pararse en esos detalle, tenía que llegar al establo donde los únicos seres vivientes parecían ser los animales. El Sol estaba radiante a pesar del frío que ella ya no sentía pero lo podía percibir en la respiración de los animales, al acercarse a ellos.

El caballo del tío Phineas levantó las orejas en lo que ella estuvo frente a él. Aurora quiso tocar su hocico y su mano lo atravesó, pero el caballo retrocedió en ese instante. Ella lo intentó nuevamente y se repitió lo mismo, su mano atravesó al caballo.

-No puede ser- pensó ¿Qué me está sucediendo? Esto no me puede estar pasando – Ella se sintió perdida en una situación que nunca se imaginó. ¿Será que tomaron mucho laudano? ¿Es que acaso todos estaban muertos? Y si era así, ¿ por qué no estaban los demás con ella en ese mundo extraño? Miró a su alrededor y sólo vio un bosque lleno de colores que nunca había notado antes, todo se veía diferente y a la vez muy familiar.

La joven decidió adentrarse en el bosque. Mientras caminaba empezó a sentir sensaciones muy extrañas, sonidos diferentes que nunca había escuchado en su vida. Empezó a sentir la sensación de que alguien la seguía, entonces comenzó a caminar más rápido, En eso tardó toda la noche, nunca miró hacia los lados del miedo que sentía, pero se decía a ella misma que no podía dejar así lo que ya había empezado. De un momento a otro, entre la niebla empezó a verse la pequeña casa, su miedo fue disminuyendo y su curiosidad aumentando, ya que pensó que ahí habría alguien que la podía ayudar.

A pesar de la oscuridad todo lo veía claramente, eso la asombró y empezó a gustarle la sensación de no tener barreras, pero a la vez se sentía muy sola. Ya a poca distancia pudo observar la casita del guardabosque, ésta se veía abandonada, pero, tenía un jardín muy cuidado que representaba la presencia de alguien.

Trató de tocar la puerta y nada sucedió, su mano atravesó la puerta y ella se echó para atrás. Llamó a viva voz y nada salió de su boca, se le había olvidado que no podía emitir sonidos. Qué impotencia no poder hacerse sentir.

Caminó hacia la ventana y pudo ver que la casita estaba limpia, pero no había nadie ahí. Miró hacia un lado y al final notó que había una mesa con una vela encendida, papeles, una pluma y un tintero- ¡Qué extraño!- pensó Aurora. Su curiosidad era tan grande que se armó de valor para atravesar la puerta y poder entrar en la casita. Al menos allí no se sentiría tan sola, a pesar de que no había nadie. Todo lo contrario a la mansión, llena de personas inertes.

Sin pensarlo mucho se encontró dentro de la casita del guardabosque. Como ya lo pudo comprobar, estaba sola y a la vez tenía una sensación de haber llegado a su hogar. ¿Cómo podía sentir algo así si nunca había estado dentro antes? Sólo la había visto desde lejos. Todas las cosas que había escuchado acerca del guardabosque y la casita se le vinieron a la memoria de repente, ¿Cuál era el misterio que allí se escondía? ¿Por qué la familia hablaba en secreto?

La joven decidió aprovechar esta situación tan bizarra para descubrir lo que todos los adultos se empeñaban en esconder. Conociendo su incapacidad para tocar las cosas, no perdió tiempo tratando de abrir cajones ni tomar nada, sólo se dedicó a observar.

Las paredes estaban pintadas de blanco y habían algunos cuadros al óleo, que representaban escenas del campo y de caballos. Se veía que el guardabosque era aficionado a la vida campestre, o así parecía.

Se acercó a la mesita que estaba a un lado del comedor, y allí había varios retratos. Había miniaturas de una mujer y un hombre. Otros eran de una pareja, él sentado y ella parada a su lado con una mano en el hombro de él, luego estaban otras con unos niños, los dos vestidos de marineros. ¿Por qué a la gente le encantaba vestir a sus hijos de una manera tan ridícula?- pensó ella en ese instante- Cuando tenga a mis hijos, ¡Jamás¡, pero ¡Jamás! los vestiré de marineros- Y al minuto de recapacitarlo sintió ganas de llorar- Creo que nunca podré tener esos niños. No sé si estoy viva o muerta. Daría cualquier cosa por poder cumplir ese sueño de tener hijos- Se sintió la más desconsolada del mundo, ¿Cómo podría echar para atrás todo lo que le había sucedido? Quería tener hijos, tener un marido, una familia, hasta una casita como esa le conformaría, con tal de no sentirse tan sola y desamparada.

Eso es exactamente lo que quería escuchar de ti- Dijo una voz que retumbó en su cabeza. Y ella empezó a girar buscando el origen de esa voz. No sabía si era masculina o femenina, pues no se podía distinguir.

Aurora trataba de buscar por todas partes, y no había nadie. La voz seguía hablándole diciéndole- ¿De verdad quieres eso que pediste antes?, ¿Qué es lo que tú quieres en la vida?- Empezó a desesperarse pues no sabía si era una realidad o si se estaba volviendo loca y no encontró otra solución mas que responderle a esa voz tan suave y pacífica.

-Sí, daría lo que fuera por tener una vida hogareña.

-¿Qué tanto darías?- preguntó la voz- Ya que mal no recuerdo, tú querías una vida diferente, de aventuras, libertad y de hacer cosas prohibidas, cosas que una mujer no tiene permitido hacer, cosas que superan tus expectativas. Tú y tus primas tenían un plan y como veo tú fuiste la única valiente en cumplirlo de verdad.

-No creo que mis primas hayan sido cobardes, simplemente algo falló, algo les impidió acompañarme en esta aventura.- respondió- Quisiera saber, ¿Por qué solamente me puedo comunicar contigo?, ¿Por qué tu sí me puedes escuchar y antes mi voz no causaba ningún sonido?- preguntó Aurora.

-Tu voz aún no causa ningún sonido, son nuestros pensamientos los que se están comunicando- dijo la voz.

-¿Por qué sabes tantas cosas de mí? ¿Sabes qué es lo que me está sucediendo? Dime por favor, porque estoy muy angustiada- suplicó.

-¿No tienes idea? ¿Qué crees que pasó?, ¿Por qué tus primas no están aquí acompañándote si esa fue una idea de las tres?- preguntó la voz.

-No , no tengo idea de lo que sucedió pero por favor ayúdame, como ya dije antes, haré lo que sea para arreglar esto y que mi vida sea la de antes.

-Para que seas la de antes tendrás que demostrar que de verdad estas dispuesta a hacer sacrificios.

-¿Sacrificios?, ¿Como cuáles?- preguntó Aurora dubitativamente. No estaba muy segura de qué cosas podría sacrificar.

-Sí, sacrificios, ya que dijiste que harías cualquier cosa por tener la vida de antes, tendrás que enfrentarte a situaciones muy difíciles. No tienes que dudar de lo que harás, estas son las consecuencias de algo que hiciste. Vivirás la vida que en un principio querías vivir- dijo al voz.

-Pero, no entiendo- dijo confundida- ¿Consecuencias de qué?, ¿Acaso hice algo malo?- preguntó angustiada.

-Tú sabes muy bien lo que hicieron, tú y tus primas. Tú tendrás que sufrir las consecuencias de tus actos- dijo la voz.

Algo empezó a aclararse en su mente, revisó los sucesos desde el momento en el que sus primas y ella planearon su escapada. Todo se veía más claro, y a su mente llegó la imagen del laudano. Drogó a toda su familia y empezó a sentirse culpable. Pero tenía una duda, ¿Por qué ella estaba sufriendo las consecuencias de algo que ella y sus primas hicieron?, ¿Por qué sus primas no estaban pasando por lo mismo que ella?

-Sé qué estas pensando, pero tus primas también están sufriendo por su parte- dijo la voz- Cada una de ustedes es responsable de sus actos y cada una por separado, pero primero tienes que demostrar que estas dispuesta a asumir todas las consecuencias.-recalcó la voz- No va a ser fácil.

Aurora pensó que si esto era lo que ella tenía que pagar para corregir todos sus errores, entonces haría lo que tendría que hacer, “como un hombre”. Sólo le preocupaba pensar en la pobre Gertrudis, en cómo estaría superando ella su prueba.

-Acepto- dijo- Voy a someterme a las pruebas a las que me quieras enfrentar y haré todos los sacrificios para demostrarle que de verdad estoy arrepentida.

-Muy bien, espero que no me decepciones.- dijo la voz-Tendrás que participar como un hombre en la guerra de Crimea. Así cumplirás uno de tus primeros deseos.

Ella sintió que se le hizo un nudo en la garganta, de repente todo su estado físico dejó de ser etéreo, sintió frío, sintió calor y mucho miedo, mucho más que antes.

-¿A la guerra yo?- Gritó Aurora.

-¿Qué pasó?- dijo al voz-¿Esa no era una de tus aspiraciones?- preguntó la voz confundida.

-Sí, pero eso era sólo un decir.- Y soltó una risita nerviosa.

-Sí, pero ese sólo decir te llevó a ti y a tus primas a cometer un acto muy arriesgado en contra de tu familia.

-Pero todo fue una confusión, no fue nuestra intención drogar a la familia. Sólo intentábamos que Gertrudis se calmara un poco y dejara los nervios.

-Sin embargo, al desatarse la confusión no tuvieron ningún miramiento ni escrúpulos para hacer lo que hicieron con su familia. ¿Sabías que una sobredosis puede ser mortal?, ¿Qué crees que puede pasarle a un niño con la misma dosis de un adulto?- preguntó la voz.

-No fue nuestra intención hacerle daño a nuestra familia, de verdad no sabíamos lo que estábamos haciendo. Estoy muy arrepentida, no sé lo que estaba pensando- dijo, soltando una lágrima.

-Pues ahora no tienes vuelta atrás, sufrirás las consecuencias, vivirás lo que tú siempre deseaste sin compasión alguna.

-Sí eso parece, haré lo que deba hacer- dijo Aurora, aceptando con el corazón arrugado lo que para ella ya no sería una aventura, sino un sacrificio muy grande si quería remediar la catástrofe que habían cometido ella y sus primas.

CAPITULO III

Así fue como de pronto todo se tornó negro y de la nada colores muy brillantes empezaron a surgir hasta convertirse todo en un amplio campo desolado.

-Estoy preparada para lo que venga y no tengo miedo, haré lo que sea para remediar esto- dijo Aurora decidida.

-Pues que así sea- dijo al voz

Así es como de pronto Aurora aparece de nuevo en la casa del bosque, pero junto a ella se encuentran Mildred y Gertrudis, que no decían nada, pero era suficiente verlas a los ojos para entender el miedo que sentían.

-¿Qué pasa?, ¿Por qué están así?- dijo, sin recibir respuesta alguna.

-Querida Aurora, alguien se tendrá que sacrificar: ellas o tú- dijo la voz.

Aurora se encuentra con la espalda contra la pared y no sabe qué hacer ya que no sería capaz de llevar en su conciencia ese cargo si sus primas murieran. Por esto decide que ella sería la que cumpliría la prueba.

Seré yo la que se sacrifique, pero si me voy, espero que todos los demás vuelvan a su estado original y que empecemos a tomar conciencia de que las mujeres no pueden vivir bajo tanta opresión, todo esto sucedió porque nos parece injusta la posición destinada a las mujeres- dijo de manera obstinada.

-¡Cuánto desconocimiento suena en tu voz!- la voz sonó desilusionada y pensó que Aurora necesitaba verdaderamente pasar por una prueba aún más difícil.

-Todo lo que sucede en este plano es por algo- continuó la voz- hay muchas cosas que aprender y hay que tener confianza en el tiempo, y principalmente confianza en la capacidad que cada ser tiene dentro de sí y que son los principales labradores de sus destinos. Piensa bien, actúa bien y desea el bien, sin importar las dificultades que se presenten.

-No sigas renegando de tu condición femenina, cada quien tiene una misión que cumplir y la mujer aun tiene mucho trabajo que atravesar para demostrar su gran valor y fortaleza, no serás tú y quizá no serán tus hijas, pero tus descendientes serán lo que tú tanto deseas ser.

Y con estas últimas palabras el bosque esplendoroso se tornó en un campo de batalla que pasaba ante los ojos incrédulos de la joven.

Una visión de enfrentamientos, disparos, cañones, retumbando en la distancia, el olor de la muerte flotando en el aire tocó a su nariz, gritos lastimando sus oídos y la incapacidad de movilizarse aterró su confundido cerebro. Vio pasar a sus primos, tíos, demás familiares y amigos masculinos ante ella y ninguno la miraba, hasta sus primitos pequeños estaban armados y a algunos los vio heridos; qué cruel es la guerra- pensó- y qué heroica la manera en que nuestros hombres se sacrifican por sus familias, su corazón gritaba de dolor ante tanta crueldad y cuando creyó que ya no podía soportar más, de repente todo cesó.

De alguna manera aún escuchaba a lo lejos el sonido de la batalla, sin embargo estaba en un sitio protegido, lleno de heridos y gente muy ocupada corriendo de un lado a otro, De repente divisó a una mujer atendiendo a los heridos, leyendo cartas a alguno de ellos y también le secaba la frente al que tenía fiebre. La mujer se veía cansada y a punto de desmayar, pero se le notaba una gran determinación, este ángel de mujer sería reconocida por mujeres y hombres en tiempos a venir.

Imágenes desconocidas se presentaron ante sus ojos, ya no estaba en la tienda de campaña que servía de hospital para los heridos de la guerra, gente extraña con vestidos raros caminaban ante ella, a su alrededor sonidos nunca antes percibidos por ella llenaban el ambiente, giró a su izquierda y vio a una mujer trabajando en un laboratorio. Estaba haciendo unas pruebas con un aparato extraño de la que sacaba imágenes sobre papel, eso la fascinó, ¿Quién sería esa mujer?

Se acercó a la ventana y el escenario cambió, de repente se encontraba en unas cumbres borrascosas y vio a dos mujeres sentadas escribiendo y muy concentradas en lo que estaban haciendo, al observarlas bien, notó un gran parecido entre ellas. Eran hermanas indiscutiblemente. Por lo que podía ver a través del gran ventanal, una gran biblioteca ocupaba gran parte de la habitación.

Sintiendo mucha curiosidad y queriendo saber qué estaban escribiendo, empezó a caminar para buscar la puerta y pedir asilo, necesitaba que alguien le explicara qué estaba sucediendo, pero una vez más todo volvió a cambiar y sintió mucho miedo.

¡Estaba volando! ¡Y sobre un carruaje extraño! ¡Dios mío, apiádate de mí!- pensó- miró hacia abajo y sólo veía mucha agua, un gran mar inmenso que se perdía hasta el infinito. Cuando logró calmar sus nervios se dio cuenta de que no estaba sola, delante de ella, al mando del carruaje se encontraba una mujer vestida como un hombre, pero mujer al fin, lo pudo deducir por sus facciones delicadas y a la vez de gran fortaleza. La mujer se veía preocupada y algo cansada. Trató de hablarle, pero la mujer no la escuchaba, de repente el carruaje empezó a perder altura y el mar se veía cada vez más cerca, no entendía nada y cuando poso su mirada nuevamente sobre la mujer, se dio cuenta que su rostro reflejaba serenidad y conformidad. El pánico se apoderó nuevamente de ella, era evidente que iban a caer al mar.

Sintió cómo el agua las rodeaba y no pudo evitar pensar en sus seres queridos. Deseando haber pasado más tiempo con ellos. Así es como ella pone toda su fe en el destino y espera a que llegue la hora. Sin embargo, aún continúa el extraño desfile de eventos.

Aurora empieza a flotar en el agua y siente que unos brazos la toman y a sacan del agua. Trata de hablar pero no puede, alguien le dice que no se preocupe que todo está bien, que descanse. Aurora no sabe cuánto tiempo pasó y de repente se vio en un camarote- !Estoy en un barco! ¿Cómo llegué aquí?- pensó. Se levanta de la cama y se pone a revisar el lugar. Sobre la mesa ve unas cartas y fórmulas médicas, parecía que estaba en el camarote del médico del barco. Sin embargo, las pertenencias del médico parecían de una mujer. Aurora encuentra un diario y comprueba por la letra que definitivamente su salvadora es una mujer y sale del camarote para buscarla y darle las gracias.

El fuerte sol que la recibe al salir del camarote la enceguece de repente y trata de utilizar sus manos para protegerse de los fuertes rayos, pero al acercar sus manos a su rostro se da cuenta que no las reconoce. ¡No son sus manos! Se toca el rostro y se siente diferente, totalmente diferente. Observa su ropa y no reconoce el material blanco crudo con rayas azules en el borde de que está hecho, y su cabeza está envuelta con un manto del mismo material de su vestimenta.

Aurora una vez más está muy confundida, ya no está en el barco, está rodeada de mucha gente, de muchos niños, todos llorando y muy hambrientos. Una vez más el olor de la muerte los rodea, pero esta vez ya no siente miedo, sólo una gran fuerza y amor por todos esos seres que la necesitan y está decidida a aceptar esta inmensa prueba puesta ante ella.

De repente escuchó: -¡Felicidades, has pasado la prueba! Ya que te has sacrificado por personas inocentes, puedes ir en paz- dijo la voz tras una pausa larga.

Se quedó petrificada y no se podía mover, trató de hablar pero no salían palabras de su boca y poco a poco todo se fue desvaneciendo hasta que todo se volvió blanco y despertó y lo que quedó de todo esto fue un vago recuerdo de un extraño sueño de el cual había despertado y a todas estas, ella sólo podía estar agradecida.

El sonido familiar la rodeó y se sintió feliz, miró a su alrededor y vio a su seres queridos, sus primas estaban desconcertadas y la miraban con molestia.

-¿Qué pasa por qué me miran así?- preguntó.

-¿Por qué crees?- replica Mildred- te quedaste dormida y no pudimos escaparnos al bosque como teníamos planeado- mientras tanto Gertrudis junta las manos y le da gracias a Dios porque no se dio la oportunidad para la travesura que tenían preparada sus primas.

-Vamos, no discutan por favor- dijo Gertrudis- Vamos a reunirnos con la familia.

Las primas intercambiaron miradas y decidieron que tenían hambre.

-Está bien- dijo Mildred- Vamos a prepararnos para un juego de bridge con los primos.

-Me parece estupendo- aplaudió Gertrudis. Mientras tanto, Aurora aún mantenía muy vivo le recuerdo de su extraño sueño.

Al bajar las escaleras notaron que la casa estaba algo silenciosa, sólo se oía el murmullo de los adultos. En las manos del tío Phineas había una carta.

-Están reclutando a los hombres jóvenes de la comarca para unirse a la guerra y eso incluye a los miembros masculinos de la familia- dijo el tío Phineas en voz alta para que todos escucharan el contenido de la carta. El corazón de Aurora se llenó de dolor. Sólo le pidió a Dios que los protegiera y los cuidara de todo mal. Su sueño iba a empezar a tornarse en realidad.

Nuevamente empieza a revivir la experiencia de su sueño, pero a pesar de eso Aurora vio esperanza y felicidad en su futuro y en el de toda su familia. A su mente llegaron las imágenes de la cabaña del leñador, de retratos de personas desconocidas pero a la vez muy familiares, lo que no sabe Aurora es que la cabaña sería su futuro hogar, el cual compartiría con su esposo, un hombre sin título pero honrado y trabajador, con quien tendría sus hijos. Esos niños vestidos de marineros.

El futuro tiene muchos misterios y ella aprendió a aceptar su lugar como mujer en un mundo aparentemente en manos de los hombres. Cada quien tiene un papel importante el cual no puede ser menospreciado. La mujer tendrá un papel importante en la historia y sólo el tiempo lo hará realidad.

El secreto que guarda la cabaña, es que el que entra nunca regresa, supuestamente es una puerta a otra dimensión, sin embargo Aurora demostrará que solo es el espejo del futuro y ella ya lo conoce y no tiene nada que temer.

AGRADECIMIENTOS

A todas esas mujeres valerosas que inspiraron este libro:

-Florence Nightingale, por su dedicación a los heridos de guerra.

-Marie Curie, por su invalorable aporte a la ciencia.

-Hermanas Charlotte y Emily Brönte, por hacernos soñar con sus libros.

-Amelia Earhart, por su valerosa aventura a través del Océano Pacífico.

-Elizabeth Blackwell, por haber vencido a las restricciones para ingresar a la escuela de medicina.

-Madre Teresa de Calcuta, por su bondad y entrega a tantos seres necesitados.