Errores que comenten los padres separados con sus hijos | Entiendelas.com

Errores que comenten los padres separados con sus hijos

Involuntariamente, los padres separados pueden, a través de sus conductas, generar en sus hijos sentimientos de ansiedad, angustia e inseguridad.

Expertos señalan que, ante la ruptura de la pareja, los adultos deben velar sobre todo por el bienestar de los hijos. Sin embargo, hay errores comunes que los padres separados cometen con mucha frecuencia y cuyas principales víctimas son los niños .

Hablar a los niños del modo equivocado

«Si hay ruptura habrá dolor y síntomas, llantos, alteración de conducta. Por eso, es mejor que los niños se expresen, hablen y no que queden callados», afirma un experto en Psicología. «Es mejor hablar de la separación antes de que suceda y, sobre todo, en los términos correctos. El relato debe ser acorde con la edad de los niños», explica. Y apunta también que el duelo «debe quedar abierto a poder ser hablado en los distintos momentos de la vida».

Hablar mal de la expareja

Es el error más frecuente, el mismo es hecho como un intento de «ganarse» a los niños. María Ángeles Albamonte, psicóloga, apunta que esta práctica se puede dar de acuerdo a distintas modalidades: de manera abierta, con sutileza, exagerando motivos de discordia o «la peor de todas: hacer que el niño dude de que la expareja le quiere de verdad».

Usar a los hijos para obtener información de la expareja

La curiosidad por saber cosas de la vida actual de la expareja suele llevar a cometer el error de usar al pequeño como un «informante». A veces, el niño es incluso recompensado por ese comportamiento. No sólo es aconsejable evitarlo, sino que además los expertos recomiendan, cuando el niño cuente por su propia iniciativa algo que corresponde al ámbito privado de la otra casa, restarle importancia o explicarle que no lo debe hacer.

Recompensar las necesidades de los niños con objetos materiales

A menudo, padres y madres separados intentan compensar el estrés ocasionado por la separación con la compra de objetos materiales. El resultado suele ser que, sin darse cuenta, los adultos acaban por entrar en el juego afectivo del niño, que puede recurrir a frases como: «Mamá/papá sí me lo compra».